martes, 26 de enero de 2010

De ayer a hoy en la enseñanza

Como es sabido, el gobierno estatal junto al de las comunidades autónomas ha empezado ya a repartir por los colegios un ordenador personal a cada niño de 5º y 6º de educación primaria. En poco tiempo todos los alumnos de enseñanza obligatoria dispondrán en clase de su portátil que también podrán llevarse a casa.

Un plan costoso y de gran envergadura que viene a revolucionar los métodos de enseñanza tradicionales para intentar sustituir los libros y los cuadernos. Esto conllevará que todas las aulas dispongan de pizarras digitales y conexiones inalámbricas a internet. Un avanzado método donde tiene gran importancia la buena formación que debe recibir primero todo el profesorado.

Sin entrar a pensar qué ocurrirá cuando a un chico se le quede bloqueado el ordenador, a otro no se le encienda, el de allá tenga un virus y al de acá se le caiga al suelo... creo que es muy bueno poner al alcance de todos los niños el inmenso campo de posibilidades que ofertan las nuevas tecnologías y enseñarles el camino para seguir descubriendo y aprendiendo por sí mismos.
(Me asalta la duda de cómo aprenderán la ortografía y el cálculo, que ya les viene dado).

Estos avances de hoy me llevan a recordar el ayer.

En mi más tierna infancia, en los colegios nos sentábamos en pupitres, esas mesas dobles que en la misma pieza llevaban incorporados los asientos, no siempre a la distancia adecuada. Las tapas del pupitre tenían dos orificios donde se introducían los tinteros y dos hendiduras donde se colocaban las plumillas de largo mango, dispuestas para los que ya podían escribir con tinta.

Los pequeños, bajo la tapa del pupitre guardábamos el "Catón" y las "Rayas", esos libros donde aprendíamos a leer bastante bien sin más contemplaciones ni preámbulos.

También guardábamos la pizarra con su correspondiente trapo amarrado y el pizarrín.
Recuerdo que la pizarra pesaba mucho porque era una lámina de auténtica piedra de pizarra enmarcada en madera. En un lateral tenía un orificio por donde se anudaba el trapo limpiador, que por cierto siempre estaba sucísimo. Con el pizarrín hacíamos los trabajos escolares, que una vez revisados borrábamos echando encima un salivazo y secando con el trapo o con la manga del jersey o del babi.
Pesaban tanto estas antiguas pizarras, que en manos tan frágiles era muy corriente que se cayeran al suelo y se rompieran. Si quebraban en pocos trozos, seguíamos usándolas con sus grietas. Si los añicos eran tantos que se salían del marco, había que desecharlas y aceptar la consiguiente reprimenda paterna antes de tener otra.

En tiempos posteriores aparecieron modernas pizarras. No pesaban porque eran de material plastificado, pero apenas se distinguía lo que se escribía en ellas.
Recuerdo los cuadernos que mi madre nos confeccionaba cosiendo por el borde, con aguja e hilo, un grupo de hojas ya escritas por un lado para aprovechar la parte blanca. Me veo haciendo en ellas muchas y larguísimas cuentas.

En casa abundaban los libros. Mi padre los traía y nos los quitábamos de las manos. Los leíamos y releíamos una y otra vez. Yo, desde muy pequeña, me sabía todos los sucesos de la "Historia Sagrada" y me extasiaba con "Lecturas Ejemplares", esas historias de niños de buen comportamiento, buenos sentimientos y buena educación que siempre eran recompensados frente a los niños "atolondrados" que, por sus malas acciones, recibían al final su correspondiente castigo.

Teníamos libros de urbanidad como "El niño bien educado" y libros de biografías de mártires y santos, así como de personajes de vida intachable y heróica, como "Cien figuras españolas".
Había libros específicos para niñas o para niños. Mientras a nosotras desde pequeñitas nos preparaban para ser hacendosas amas de casa y ejemplares madres, para los chicos había multitud de títulos encaminados a hacerlos valientes y futuros héroes, dispuestos a dar su vida por la Patria.
Mi hermano leía "Yo soy español", "Glorias Imperiales", "Símbolos de España"... Todos transmitían un enorme amor a nuestra nación y a nuestra bandera.

En el colegio, además del "Catecismo" teníamos el único libro de estudio que era la "Enciclopedia Escolar" que cada año iba subiendo de grado y conocimiento con nosotros. Aún hoy me parece un libro estupendo de su época, recopilatorio de todas las materias, con el que memorizábamos infinidad de datos que continúan hoy en nuestro saber a pesar de los años transcurridos.



De ayer a hoy ha llovido mucho en materia de enseñanza.

2 comentarios:

  1. Hola Neli, me encanta leer tus istorias, y estoy de acuerdo con tigo de que los niños con los ordenadores no aprende a escribir, y cuado se le estrope el ordenador, ya no pueden segir en a clase. saludos. Joaquina

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  2. Joaquina: No dudo que con las nuevas tecnologías los niños aprenderán muchas más cosas, siempre que las básicas estén afianzadas.
    ¿Qué pasa con tu Blog? Voy a él algunas veces y veo que está parado. ¿Lo dejaste ya?
    Verdaderamente un Blog requiere mucho tiempo de dedicación.

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