sábado, 17 de julio de 2010

Nostálgica exposición



He visitado en el Palacio de la Diputación de Cádiz la exposición que estos días ocupa sus claustros y que lleva por título "Guateques, tocatas y discos. El diseño de los discos pop españoles 1954-1970".

La visión de las más de 600 portadas -muchas muy recordadas por mi- de discos microsurcos de vinilo de 45 rpm y long plays, así como las imágenes de aquellos " pick -ups", tocadiscos y radios transistores de la época, me han hecho revivir tiempos pasados y sentirme envuelta en una atmósfera de nostalgia e inolvidables recuerdos de juventud.

Unos jóvenes que sin necesidad de dinero o alcohol éramos muy felices esperando la llegada del guateque dominguero para reunirnos chicos y chicas en casa de alguno en torno al tocadiscos. Cada cual llevaba el disco más actual que había conseguido y se supervaloraba al que aportaba el último éxito que más sonaba en la radio. Los discos eran caros y lo peor es que de tanto uso se rallaban pronto.


El primer guateque al que asistí fue uno de los que organizaban los chavales de mi barrio, precisamente en la azotea de mi casa. Yo era tan cría aún que no me permitían participar, pero cada domingo me apostaba en la puerta y me entretenía mirando cómo se divertían, entre ellos mis hermanos. Un día, fui tomada en consideración por el que actuaba de portero y me dijo que podía pasar. Sin apenas darme cuenta, sentí que me tomaban de la mano y entre nervios, pisotones y total desconcierto viví la emoción de mi primer baile.

Ya con plena edad de guateques -a eso de los quince o dieciséis años- y bailando con soltura cualquier ritmo, recuerdo las divertidas fiestas domingueras en el chalet de una de las chicas de la pandilla que formábamos en la playa de Santa Mª del Mar. Fue ésta una época maravillosa. De los juegos y diversiones que teníamos en la playa, tirándonos de las rocas, vapuleados por el oleaje y rebozados de arena, pasábamos a vernos en el guateque tan limpios, peinados y perfumados que parecíamos otros. Las chicas con nuestras faldas almidonadas o cancanes y nuestros primeros tacones.
Todos muy jóvenes, con la piel muy tostada y el espíritu muy enamoradizo.

Los bailes empezaban lentos, y si las parejas se gustaban, allí muy agarraditos y casi sin moverse parecían tocar el cielo, pero siempre había alguien que rompía la ensoñación de algunos poniendo en el tocadiscos un twist o un rock an roll para separar cuerpos y dar otro ritmo a la fiesta.

Recuerdo otra época juvenil de reuniones domingueras con otros amigos, aunque ya no las llamaría guateques porque no tenían el baile como base. Eran más bien tertulias donde la literatura, el cine y la música nos daban para conversar animadamente toda la tarde, aunque siempre terminábamos cantando los últimos éxitos discográficos.

Imposible enumerar aquí ni siquiera algunos de los grupos musicales, solistas u orquestas que nos hicieron vibrar en aquellos años, de tantos como fueron, así como algunas de las múltiples melodías que nos encandilaron y tanto significaron. Están en nuestro corazón.

Los guateques acabaron, la edad cambió, pero en parejas ya independientes seguimos bailando. Nunca dejamos de bailar.
Aparecieron las discotecas: "Whisky and rock" en la calle Feduchy, "Rancho Jaco" en Plaza Mina, "La Parrilla" en el Hotel San Remo... (muy oscuritas todas)...
También "El Cortijo de los Rosales" en el parque, el "Balneario de la Palma" en la Caleta...
Costaban su dinerito. El chico era el que pagaba siempre, pero era impensable que no fuera así.

De cada época quedan recuerdos inolvidables ligados a un lugar, a un amor y sobre todo a una canción que un día hicimos nuestra.
Los títulos de todas esas canciones que entonces bailamos y con las que nos enamoramos están reflejados en esas carátulas de discos que el coleccionista Lluis Fernández ha expuesto en Cádiz. La considera "historia gráfica de una época" y yo he sentido mucha nostalgia al rememorar esa que fue mi época.
Inserto video de "El último guateque" del grupo "Laredo".