miércoles, 29 de abril de 2009

El Cine

Siempre me ha gustado mucho el cine.

Recuerdo las noches veraniegas de mi infancia y adolescencia bajo el cielo estrellado de Cádiz, pateando, aplaudiendo y gritando con toda la "gente menuda" que nos juntábamos en los cines de verano de nuestro barrio: el "Delicias" y el "España".
Las películas del "Oeste" con sus vaqueros y sus indios eran las que más motivaban la exteriorización de nuestros impulsos.
El precio de la entrada debía estar muy a nuestro alcance porque, pusieran una u otra película, cada noche se llenaba el recinto.
Yo iba anotando los títulos de las películas que veía, y al final del verano puedo asegurar que la lista era bastante larga.

Luego, en la juventud, me asocié al Cine Club Universitario de Cádiz, donde tras la visualización de cada película elegida se abría un interesante y fructífero coloquio.
Durante un tiempo, a modo experimental, también funcionó el cine Imperial como sala de "Arte y Ensayo", por lo que tuve doble oportunidad de conocer otras tendencias más profundas del cine, alejadas de la puramente comercial. Casi siempre eran películas en V.O. subtituladas. Por esa época quedé prendada del cine hiperrealista de Fellini, de Sica, Visconti...

También estuve muy cerca del grupo de cinéfilos que apoyaron a Fernando Quiñones en la fundación del Festival de Cine "Alcances", evento que en un principio sufrió los ataques de la censura, pero que logró salir airoso y consolidarse en Cádiz como Muestra anual del séptimo arte.

Inserto este Cortometraje que obtuvo el Oscar en 1986. Está formado por cerca de quinientos fragmentos de grandes películas de la historia del cine. Es curioso que reconozcamos muchas facilmente en tan sólo dos segundos que dura cada secuencia.







Llegados a esta época en que la vida ha cambiado tanto con los avances tecnológicos, la TV y los Videos ponen en nuestra casa toda la filmoteca que deseamos, aunque nada es comparable a ver una película en la sala de Cine.

Un tema de interés para mí

Desde que siendo yo muy jovencita leyera "El Diario de Ana Frank" donde aquella otra niña de trece años narraba desde su escondite tristes escenas provocadas por la barbarie nazi, me sentí fuertemente interesada por este impresionante tema. La persecución y genocidio en los campos de concentración de millones de judíos y prisioneros, por parte de nacionalistas alemanes, en la Segunda Guerra Mundial, fué siempre un motivo de interés y reflexión para mí.

El tema del Holocausto ha sido llevado al cine en numerosas ocasiones y tratado desde diferentes ángulos.

He procurado ver todas las películas que giran en torno a este doloroso tema que tanto me impacta. Hace pocos días vi el estreno de "Valkiria", nombre que dieron a un complot para acabar con la vida de Hitler.

Las películas que más me han gustado sobre este tema son estas:













"LA VIDA ES BELLA", donde un padre hará lo imposible para que su hijo crea que la terrible situación que están padeciendo es tan solo un juego.

"EL PIANISTA", basada en la vida real, relata la supervivencia y los sufrimientos que soporta un afamado músico.










"EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS", narra la amistad de dos niños separados por la verja de un campo de concentración.
"LA LISTA DE SCHINDLER", sobre un hombre de talento que consigue la propiedad de una fábrica y se enriquece con el trabajo de los judíos.










"EL HUNDIMIENTO", relata los últimos días de Hitler en su bunker.
"LA VIDA DE LOS OTROS", donde le encargan a un oficial aleman que espíe a una pareja formada por un prestigioso escritor y una famosa actriz.

Inserto el trailer de "El niño con el pijama de rayas".



miércoles, 15 de abril de 2009

Mi ilusión: Viajar

Cada viaje que hago me aporta muchas semanas de ilusión. Antes de realizarlo, leyendo información, observando mapas y planos, viendo imágenes, etc. Durante el viaje, haciendo muchas fotografías. De vuelta en casa, ordenando fotos, montando el álbum y, en algunas ocasiones, escribiendo el relato del viaje.
A estas alturas de mi vida, puedo estar satifecha del número considerable de lugares que he visitado.

España es maravillosa en todas sus regiones. Sus contrastes paisajísticos y su riqueza artística y cultural no tienen discusión. Pero también es interesante pasar nuestras fronteras y ampliar horizontes conociendo otras tierras, otras gentes y otras costumbres.
Ya sea dentro o fuera de España, viajar me fascina.
Mi primer viaje

Hoy traigo a mi memoria el primer viaje que hice al extranjero y que, a pesar de los años transcurridos desde entonces, dejó recuerdos imborrables en mi vida.

Junto a una amiga, me enrolé como estudiante de francés en un viaje de quince días a Paris. Estaba subvencionado por la embajada francesa, y por un mínimo coste ofrecían la estancia en un Colegio Mayor, la pensión completa y todas las visitas guiadas y excursiones culturales en horario de tarde, ya que las mañanas -precio aparte- estaban dedicadas al curso de francés en la Universidad de La Sorbona, motivo principal del viaje.
En Barcelona nos reunimos con el grupo de compañeros y de allí salimos en autobús hacia Paris.

La situación política de España en esos momentos estaba a punto dar un giro radical ya que el general Franco estaba muy enfermo y se respiraba un ambiente de expectación y cierta preocupación.

En la misma frontera, mientras se tramitaban los pasaportes, descubrí signos diferenciales en dos grandes anuncios de carretera que debían estar puestos a propósito. En los dos se anunciaba una misma crema solar, que una chica se aplicaba tumbada en la playa. En el cartel situado en territorio español, la chica vestía un recatado bañador enterizo mientras que unos metros más allá, ya en tierra gala, la misma chica, sin ropa, descubría picarona sus exuberantes encantos al sol.
Al mismo tiempo, una hilera de coches de españolitos estaba llegando a Portbou con el único propósito de ver la película "El último tango en Paris".
A partir de ahí serían innumerables los hechos y situaciones de evidentes diferencias en aperturismo y libertad que fui descubriendo. Todas me asombraban, algunas no me gustaban como las pintadas que llenaban las paredes y las revueltas callejeras que vi el 14 de julio. Tampoco ellos debían ser tan felices.

De Paris, de su monumentalidad ¡qué voy a decir! Los entendidos la consideran como una de las ciudades más hermosas del mundo y yo así lo creo.

Había tanto, tantísimo, que ver en Paris, que a pesar de las visitas guiadas que teníamos cada tarde, mi amiga y yo decidimos darnos de baja del curso de francés -a los cuatro días de su comienzo- para disponer a nuestro aire de ese tiempo y de ese dinero, (también porque el nivel de base era muy elevado). Costó trabajo que devolvieran la matrícula, pero lo conseguimos.
De esta manera tuvimos tiempo de patear libremente todo Paris desde el amanecer. Con el plano en la mano, pocos rincones emblemáticos quedaron por ver.

Un recuerdo especial tengo del barrio de Montmartre con su ambiente artístico y bohemio, sus plazuelas llenas de pintores creando y exponiendo sus obras como un día allí mismo lo hicieran Picasso o Renoir.
Me presté a que un pintor de carboncillo me retratara sin compromiso y aunque salí agraciada, mis pobres recursos económicos no dieron para adquirir la obra que con toda mi pena se quedó allí.
Recuerdo también las horas pasadas rebuscando en los puestos ambulantes que se alinean en la ribera del Sena cargados de arte en forma de libros, reproducciones de pinturas, carteles, cachivaches múltiples y originales. Todo el tiempo me lo pasaba cambiando mentalmente los precios de francos a pesetas y teniendo finalmente que desistir de mis deseos ante los elevados precios, o más bien ante mi limitado presupuesto.
Y recuerdo con emoción cuando descubrimos la "Librería Española", oasis de nuestra lengua. La visitamos en varias ocasiones. El propietario era un exiliado antifranquista que echaba peste del régimen español. Yo me impresionaba al oirlo hablar porque no tenía ni idea de que en España se viviera tan mal como él decía.
Allí siempre había escritores en tertulia y se respiraba un ambiente muy intelectual y algo expectante ante los inminentes sucesos que se avecinaban en España. Oían por la radio a, un desconocido entonces para mí, Santiago Carrillo dando consignas desde su lugar de exilio. Oyendo tantas cosas de política que yo ignoraba, llegué a sentir miedo de encontrarme tan lejos de casa si Franco moría en esos días, cosa que no ocurrió.
Por curiosidad compré cuatro "libros prohibidos", que luego no sabía cómo esconder en el equipaje y que me hicieron sufrir horriblemente hasta que no pasamos los registros en la frontera.
Por supuesto vimos "El último tango en Paris" y algunas más. Y las pesetas que quedaban sirvieron para alucinar con el lujo y el destape del espectáculo nocturno del "Moulin Rouge".
En el viaje de vuelta, todos los compañeros traían su valioso Diploma de francés expedido por La Sorbona.
Yo, tampoco venía de vacío: había aprendido muchísimo y traía el espíritu lleno de inolvidables recuerdos vividos en una novedosa libertad.
Y para soñar... siempre nos quedará Paris.

domingo, 5 de abril de 2009

Mis ratos de ocio: De todo un poco



Me hubiera gustado saber pintar, o modelar, o tocar algún instrumento musical, o escribir, o dibujar... pero no fui tocada con la varita mágica que concede esos dones.

Admiro profundamente y siento envidia de aquellos que con cierta facilidad saben plasmar sus ideas y expresar sus sentimientos a través de algunas de las Bellas Artes, creando obras de calidad para el placer de los sentidos.

Hasta que el ordenador entró en mi vida y acaparó todas mis voluntades, la lectura y las manualidades, en su amplio abanico de posibilidades, llenaron ese espacio de tiempo que nos pertenece por derecho, una vez cumplidas las obligaciones que la profesión y la familia imponen.

Durante muchos años llené intensamente mis ratos de ocio probando a producir obras con diversos materiales: pintura, barro, lanas, telas, cartulinas... hasta que comprendí las limitaciones de mis aptitudes para la creatividad y mi poca paciencia.

Me concentré entonces por entero en mi tarea profesional docente en la que, de forma quizás demasiado anónima, hice multitud de trabajos y recopilaciones que ocuparon muchas horas de mi vida. Puedo asegurar que muy pocos minutos de mis días quedaban vacíos.

Hoy es el ordenador el que me absorbe con todo el universo que Internet pone a nuestro alcance. Pierdo las horas al introducirme en esas páginas de arte, recorriendo museos o leyendo sobre literatura y opiniones de actualidad.

También me empleo en conocer el manejo y la técnica de los diferentes programas. Y ya puedo asegurar que por el resto de mi vida estaré atrapada por el ordenador.

Hoy he encontrado una página de postales electrónicas de la artista inglesa Jackie Lawson que recomiendo a todos por el encanto y la imaginación que pone en sus obras, a la vez qué me pregunto cómo puede hacerlas.
El enlace que pongo es de la versión traducida, pero no hay que saber mucho inglés para hacer clic en cualquier figura y que todo se ponga en movimiento.