lunes, 31 de mayo de 2010

El traje de Corpus



Dentro de pocos días celebraremos la fiesta del "Corpus", un tradicional y solemne evento religioso en el que procesiona por las calles de Cádiz, portando la eucaristía, una magnífica joya de orfebrería como es la bella y esbelta custodia de Cádiz, una de las más valiosas de España.

Actualmente, aunque la procesión se intenta rodear de cierta solemnidad, la sociedad ha cambiado en gustos y costumbres, y ese día se divide entre los que asisten a los actos religiosos y los que se van de domingo a la playa.

Han quedado también lejos aquellos festejos que duraban toda la semana de ese jueves de entonces "que relucía más que el sol", algunos de los cuales guardo en mi memoria.

De lo que más recuerdos conservo es de todo lo relacionado con el traje de Corpus. Ese día, que marcaba la entrada del verano, era preceptivo estrenar vestido y zapatos.

Antes de que apareciera la ropa confeccionada, había gran actividad y negocio en los comercios de tejidos y calzados cuando se aproximaba la fiesta de Corpus.
Las modistas también trabajaban a destajo para contentar a sus innumerables clientas. Y en la mayoría de las casas había que poner en práctica esos conocimientos de "Corte y Confección" que casi todas las jóvenes habían aprendido, para, a través de patrones, hacer los vestidos personalmente y reducir gastos.
En casa, como había chicas de varias edades, se repasaban muchas veces los figurines y revistas de moda para encontrar el modelo ideal que cada una quería lucir, esperando que tanto el diseño como la tela elegida -secreto bien guardado- no estuvieran repetidos, al menos entre las amigas y conocidas más cercanas.
Me vienen a la memoria aquellos vistosos trajes de telas "perforadas" y almidonadas. Y las niñas con aquellos hermosos lazos a la espalda...

Llegado el glorioso día, era realmente un espectáculo -especialmente desde extramuros- ver a la gente echada a la calle dirigiéndose al recorrido de la procesión, luciendo con orgullo sus impecables, coloristas y llamativos trajes veraniegos, tras haber dejado en casa la ya ajada y trillada ropa de invierno.

Había comentarios, admiración, envidias y cotilleos para todos los gustos.

Como es natural, también los zapatos se estrenaban. A las jóvenes primerizas de altos tacones y a otras muchas en general, era frecuente verlas al final de la mañana padeciendo de rozaduras, llagas y ampollas en sus doloridos pies.

En cuanto al verdadero sentido de la fiesta del "Corpus", recuerdo lo solemnísima que era la procesión. El público se arrodillaba al paso de todas las imágenes. Iban muchas autoridades de todos los estamentos. Las calles estaban entoldadas y toda la "carrera" protegida por soldados y marineros.
A su término, era emocionante el desfile de las tropas militares. Por Canalejas, hoy avenida Ramón de Carranza, era por donde el espectáculo tenía la mejor visibilidad. Escuadrones de los ejércitos de tierra, mar, aire, guardia civil, legión, etc, pasaban ante nosotros con su disciplina, colorido y vistosidad.

Toda la semana había espectáculos nocturnos en la plaza de la Catedral y en la de San Juan de Dios con sillas dispuestas para el público. En la primera se representaban Autos Sacramentales y en la fachada del Ayuntamiento conciertos de bandas de música y otras actuaciones. Había mucha iluminación y mucho público hasta altas horas de la noche.Yo recuerdo especialmente el Auto donde participó una de mis hermanas y el concierto de la banda de legionarios donde cantaron su himno de la Legión, que tanto emocionó a mi padre.
Había corridas de toros que traían a Cádiz muchos visitantes.
La ciudad lucía engalanada y vibraba con tantos festejos.


Pasaron los años y la costumbre de estrenar, pero yo, que no he dejado nunca de asistir a la procesión del Corpus, cuando se acerca el día me vienen los recuerdos mientras pienso: ¿Qué traje me pongo?

domingo, 16 de mayo de 2010

Una Alameda con encanto




















Hacía algún tiempo que no paseaba por la Alameda, ese precioso jardín-balcón de incomparables vistas al mar de la bahía de Cádiz, y estos días, con motivo de visitar la Feria del Libro, instalada en el contiguo Baluarte de la Candelaria, me he reencontrado con este bonito rincón gaditano que luce su frondosa vegetación vestida ya de primavera.

No sé si era la luz del día, el colorido de las buganvillas sobre los distintos tonos de verdes, el ambiente de paz, el azul del cielo y del mar ... el caso es cada rincón de la Alameda se mostraba espléndido y digno de quedar inmortalizado en los lienzos de algún pintor.

Yo saqué mi pequeña digital, que siempre me acompaña, y obtuve las fotos que ilustran este comentario.












































sábado, 8 de mayo de 2010

Los cruceros


Hace pocos días el puerto de Cádiz vivió una gran concentración de barcos de cruceros. En la misma semana fueron trece los grandes barcos de turistas que estuvieron atracados por unas horas en los muelles de la ciudad. Más de diez mil pasajeros recorrieron las calles y realizaron excursiones a otras localidades cercanas.
Yo estuve paseando por el puerto y saqué, entre otras, esas fotos que he puesto al principio.
Posteriormente ha surgido entre los comerciantes de Cádiz la polémica sobre el poco gasto que hacen los cruceristas, al menos no todo el esperado por ellos.

Yo pienso que quizás hace años el turismo de cruceros era más elitista, pero hoy este viaje entra dentro del presupuesto de un ciudadano medio que, con sus ahorritos, puede darse el gusto de vivir unos estupendos días en uno de estos fantásticos hoteles flotantes. Pero si añade el precio de las excursiones ofertadas cada día, no puede permitirse mucho derroche en cada puerto donde el barco haga escala.

Precisamente, con un grupo de amigos gaditanos, uno de los últimos viajes que he realizado ha sido en un crucero, desde Estambul a Atenas visitando estas capitales, las costas de Turquía y algunas islas griegas.

De esa "ciudad flotante" que es el barco de crucero sólo puedo hablar maravillas. Sus múltiples dependencias, salas de espectáculos, cafeterías, bares, restaurantes, salones de juegos, casino, discotecas, tiendas, talleres, biblioteca, piscinas, jacuzzis...etc, etc, además de esas terrazas y balaustradas, hacen que tengas diversión y entretenimiento todos los minutos que haya que pasar en el barco.

Nosotros elegimos un crucero de habla española y régimen de "todo incluído". Esto es importante: cualquier tipo de bebida, en cualquier lugar y a cualquier hora que la pidieras, te la servían con la mejor de las sonrisas.

Cada noche se celebraban diversos espectáculos en los diferentes salones y teatros de dos o tres plantas: ballet modernos de temática variada con orquesta en directo, cantantes, magos, humoristas... todo mientras degustábamos en nuestra mesa el cocktail elegido.
En otra sala se desarrollaban los espectáculos de las noches temáticas, como la noche prehistórica, la noche oriental, la tropical carnavalera... con disfraces, concursos y bailes amenizados por cantantes y orquestas hasta altas horas de la madrugada.
No faltó la noche de gala donde el capitán saludó personalmente y se fotografió con los casi dos mil pasajeros que íbamos en ese momento.
En el inmenso restaurante de dos pisos donde cenábamos "a la carta" había piano, orquesta y cantantes, y a veces los casi doscientos camareros hacían un espectacular desfile.
El desayuno y el almuerzo se podía hacer también de Buffet en el restaurante de la cubierta más alta, en el frontal y laterales del barco, todo acristalado y con unas vistas impresionantes. La comida era insuperable, bien presentada y con una inmensa variedad.

Por las tardes se estaba muy bien en el piano-bar donde continuamente había música en directo de cantantes, pianistas, orquesta... mientras saboreabas tu capuccino, tu sanfrancisco o tu piña colada. Daba igual lo que pidieras, todo era gratis y te lo servían con todos los detalles más exquisitos.
También se podía ir a los talleres de diversas manualidades
referentes al tema del día, como hacer flores, collares o diademas para adornarse en las fiestas de la noche, con material gratuíto. O bien a las clases de baile donde te enseñaban a bailar tangos, merengue, brasilero, danza del vientre, etc. O al taller de demostración culinaria. O a la biblioteca, o a la sala de internet. O a misa... Incluso hubo dos tardes en que una historiadora impartió conferencias sobre la cultura turca y la griega, paises que estábamos visitando.
Había gente para todo. El Casino y las salas de juegos también se veían siempre llenos. Y, sobre todo, las piscinas y jacuzzis de la cubierta superior estaban a rebosar.
Los equipos de animación procuraban que todo el mundo estuviera entretenido, y los niños, aunque había pocos por ser época escolar, tenían muchísimas y divertidas actividades.

En nuestro camarote nos dejaban cada noche "El diario de a bordo" con todo detalle sobre las actividades y excursiones del día siguiente. Aún navegando por aquellos lejanos mares, podíamos ver desde la cama los informativos de TV española.

Es obvio que de los viajes en crucero sólo puedo decir que todo el que pueda debería vivir esa fantástica experiencia.



De Turquía y Grecia ya escribiré en otro momento.