jueves, 12 de enero de 2012

Sin ningún rencor



Del último lote de libros que me ha llegado -regalos elegidos- empecé a leer por uno que sabía a ciencia cierta que me iba a enganchar desde el primer renglón, desde la primera de sus ilustraciones, y así ha sido. Lo he leído casi de corrido. "No estés eternamente enojado", escrito por nuestro paisano gaditano José Pettenghi en tono irónico y crítico, creo sinceramente que puede herir muchas sensibilidades al tratar de esa manera el serio tema de nuestras creencias religiosas, pero también creo que lleva a una conveniente reflexión. Y eso ya es muy positivo.

A mi me ha transportado irremediablemente a mi infancia, ya que esos pasajes a los que hace referencia la obra y sobre todo esas recordadísimas ilustraciones que llenaban los textos religiosos que yo manejaba en mi niñez, y que aparecen en el libro comentadas con mucho sentido del humor, constituyeron una auténtica pesadilla en mi vida, como posiblemente le sucediera a tantos otros chicos de mi generación.

Recuerdo que a mis siete u ocho años, esa consigna dominante de "Antes morir que pecar" me producía verdadera angustia. En teoría, a los niños se nos exigía tal perfección de vida y se nos atemorizaba con tan enormes castigos eternos, que mentes sensibles e impresionables como la mía estaban saturadas de confusión e insatisfacción.

Me son inolvidables las impactantes escenas que se nos mostraban del infierno, o las tremendas consecuencias de una mala confesión detalladas en ilustraciones terroríficas con culebras que salían de la boca y dragones que entraban en ella si al final callabas algún pecado, o esa desagradable figura del demonio acechándote e invitándote a "caer en la tentación" para llevarte con él, o ese ojo de Dios metido en un triángulo que siempre te estaba mirando... Cuántas veces comprobé si esto último era cierto, pero efectivamente, por más que cambiaba la posición del libro o yo me movía de un lado para otro, ese ojo siempre me miraba.

A pesar de todo lo comentado y mucho más, la generación que crecimos de aquella manera, pudimos afortunadamente recomponer con la razón nuestra existencia y llegar hasta el día de hoy en que alguno como el Sr. Pettenghi, según dice, ha disfrutado escribiendo con buen humor sus recuerdos, y otros como yo también hemos disfrutado leyéndolos sin sentir ningún rencor.

2 comentarios:

  1. ¡Cuanta razón tienes! Aunque a veces pienso que los que nos quitamos las cadenas mentales de los ojos omniscientes y las llamas eternas hemos salido ganando en el fondo respecto a los que -más jóvenes- no han tenido que plantearse la realidad de esas "verdades absolutas"; o de los que nunca escaparon a sus garras.

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  2. Alejandro: Este es un tema muy delicado. Cada cual tiene sus creencias y yo las respeto todas.
    Como nadie está en posesión de la verdad,lo importante es estar en paz consigo mismo y con aquello que dicte la conciencia.

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