sábado, 19 de febrero de 2011

Diversión en el Nilo


Voy siguiendo día a día por los medios de comunicación los recientes sucesos de la revolución que está protagonizando el pueblo egipcio en defensa de legítimos derechos de justicia social. Hartos de tanta opresión, desigualdades sociales y evidente corrupción, los egipcios se han lanzado en busca de una construcción democrática que les conduzca a una vida mejor.
A la vez estoy pensando en las pérdidas económicas que les estará ocasionando la cancelación de los viajes turísticos a este pais, ya que esos millones de turistas que llegan a Egipto anualmente atraídos por sus cinco mil años de impresionante historia, constituyen la principal fuente de riqueza del estado.

Hace tres años estuve en Egipto y, dejando ahora aparte los comentarios sobre la grandiosidad de los restos arqueológicos y las fantásticas historias de dioses y faraones que son de un valor incuestionable, me sorprendió la pobreza y hasta miseria que vi en el pueblo llano.
No olvido el paseo en calesa que dimos el día de llegada en Luxor -antigua Tebas-, donde pasada la fachada que componían los hoteles de lujo y los cruceros anclados en la orilla del Nilo, nos adentramos en la ciudad.
Resaltaba una superpoblación de aspecto algo mísera pululando por calles sin asfaltar, llenas de baches y poco iluminadas, con casas humildísimas y ruinosas. Abundaban indigentes pidiendo limosnas, niños acosando y vendedores ambulantes intentando colocar sus productos de toda índole, deseosos de coger en sus manos alguna moneda.
Escenas parecidas se repitieron en otras ciudades que visitamos, incluídos algunos barrios de El Cairo.
La policia protege mucho al turista como fuente económica del pais, y creo que el visitante puede sentirse seguro, pero ante tanta necesidad nadie evita el engaño.
El regateo es la forma natural de comprar y vender, por lo que nunca se sabe el verdadero valor de las cosas.

Conservo simpáticas vivencias de un día en el Nilo.

Navegábamos desde Luxor a Asuan y ese día íbamos a pasar por la Esclusa de Esna donde se salva un desnivel del río.
Es difícil describir el bello espectáculo que se produce cuando las decenas de cruceros, como bloques de apartamentos flotantes y todos muy parecidos, se van acercando airosos y juguetones, si consideramos que juegan a ver cual adelanta a quien, cual da susto al vecino acercándose más de la cuenta o cual se coloca delante y hace aflojar la marcha. Eso es lo que nos parece, porque ellos sí saben el lugar en que se tienen que situar y a la hora que les toca pasar la esclusa.











Si curioso fue ver venir tantos barcos, indescriptible fue verlos colocarse en paraleo en filas de siete u ocho de ancho. De este modo, al ser de la misma altura, las cubiertas superiores de todos ellos quedaban a ras. Y si en nuestro barco estábamos tomando el sol en las hamacas, nadando en la piscina o saboreando un refresco bajo las sombrillas del bar, idéntica situación se repetía en los barcos contiguos, por lo que al multiplicarse la escena, aquello parecía una inmensa zona veraniega.


A la par comenzó otro espectáculo, que es al que me quiero referir.
Como saben el tiempo que pasan los barcos esperando su turno, los vendedores ambulantes se echan al agua con sus barcas cargadas de marcancias. Van dos o tres en cada bote y reman hasta llegar a los barcos.
Desde allí abajo, y sin ningún aviso, comienzan a lanzar con fuerza sus productos hacia lo alto para que caigan, cuatro pisos arriba, en la cubierta superior.
Los pasajeros que estaban asomados a la balaustrada se percataron del hecho y fueron dando aviso a los demás, que acudieron a tomar parte en el espectáculo.
En pocos minutos fue incontrolable el trasiego de artículos que pasaban de abajo hacia arriba o viceversa, entre el griterío de precios, regateos, cambios de tallas, cambios de colores... Éramos muchos los pasajeros que nos interesamos en esta forma de compra-venta y eran varias las barcas con las que intercambiábamos. Llegaban plásticos con alfombras, mantelerías, pañoletas, chilabas, kaftanes, zapatillas, trajes de fiesta, complementos...etc. Los abríamos, nos lo probábamos... Volvían para abajo porque los precios no interesaban. Volaban hacia arriba de nuevo "arreglados de precio" entre el griterío de ambas partes. Lo mismo acertabas a coger la bolsa en las manos, que caía al agua de la piscina o encima del señor que dormía tranquilamente en su hamaca. Los paquetes iban y venían por los aires, pero los vendedores sabían perfectamente lo que lanzaban y quien lo tenía. Los diálogos de entendimiento se cruzaban a gritos entre vendedores y compradores por la distancia considerable que nos separaba.
Así estuvimos varias horas que recuerdo de continuas carcajadas por las situaciones que se sucedían.
Los egipcios nos llamaban con nombres propios y frases en español, y nosotros desde arriba regateábamos y les lanzábamos las mercancías de vuelta o finalmente el dinero metido en plásticos, que por cierto casi siempre caía en el agua.
Al final todos acabamos contentos. Productos por los que empezaron pidiendo 30€ los dieron por 5€ y los de 15€ por 2€. Vendieron casi todo.
¿Quién ganó? ¿Quién perdió? ¿Quién engañó a quién?
Para mí fue una inolvidable fiesta de diversion que no tuvo precio.












































Espero que pacíficamente el pueblo egipcio consiga sus reivindicaciones y su legítimo derecho a una vida mejor.

4 comentarios:

  1. He vuelto a vivir las escenas de la compra- venta desde el barco que las has descrito tan bien que parece que estoy en ellas de nuevo. La verdad es que son inolvidables y graciosísimas. Ese viaje fue una de las cosas que han merecido hacerse en la vida. Gracias por tu recuerdo. Sigue haciendo viajes y contándolos luego.

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  2. Gracias, Puri. El grupo de amigos también cooperó a que todo fuera más divertido.
    Y eso que no me atrevo a contar la entrada en el Hotel Oasis de El Cairo, que aquello sí que fue para reventar de la risa. Recuérdalo.

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  3. Que bonito Neli, a mi me dá mucho miedo el barco y el mar, pero viendo esto tan bonito, me gustaria tener valor y hacer un crucero.

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  4. Joaquina: Lee la entrada que titulé "Los cruceros" y seguro que te animarás. Tengo amigos que ya sólo quieren viajar en esta modalidad. Yo no llego a tanto, pero lo recomiendo.
    Gracias por comentar.

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